El funcionamiento de una planta solar fotovoltaica se basa en los fotones o energía luminosa de los rayos del sol. Los tipos de placas solares utilizados en este tipo de instalaciones también son diferentes. Si en las plantas solares térmicas se emplean colectores, en una central fotovoltaica se utilizan placas formadas por células solares fotovoltaicas, fabricadas de silicio (placas solares monocristalinas o policristalinas) u otros materiales con propiedades fotovoltaicas (placas solares amorfas).
¿Cómo funcionan estas células solares?
Gracias a los materiales con los que están fabricadas, cuando los rayos del sol inciden sobre ellas de forma directa, los electrones contenidos en las capas más externas de las células fotovoltaicas absorben la radiación y generan energía eléctrica de corriente continua. Para construir una planta solar fotovoltaica, estas células solares se conectan en serie para integrarse en un único módulo, formando placas fotovoltaicas.
A su vez, las placas solares están conectadas en paralelo, formando cadenas acopladas a un inversor de corriente, donde la corriente continua procedente de las células fotovoltaicas se transforma en energía alterna. Después, la electricidad se dirige a un transformador, en el que se adapta su tensión e intensidad para que pueda ser transportada a través de las líneas de la red eléctrica hasta los centros de consumo.