Huella de carbono
Vuelo hacia la sostenibilidad: el sector aéreo, más cerca la descarbonización
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Los avances tecnológicos y el uso de biocombustible son las claves que permiten que viajar en avión tenga cada vez menos impacto en el medio ambiente y demuestran el compromiso por reducir la huella de carbono en el sector aeronáutico.
Cada día despegan desde los aeropuertos españoles una media de 3.257 vuelos, según datos de ENAIRE, la entidad gestora de la navegación aérea. En cada uno de ellos viajan las ilusiones de cientos de personas que anhelan unas vacaciones en paraísos lejanos, que desean cerrar negocios que generen nuevos puestos de trabajo o que simplemente ansían el abrazo de familiares separados por miles de kilómetros. El transporte aéreo acerca a las personas, permite vivir unas experiencias que hace apenas un siglo resultaban imposibles y es, también, básico para el desarrollo de la economía mundial.
Hoy, todos los actores que forman parte del sector tienen un reto: continuar brindando esas experiencias y hacerlo con mayor velocidad, eficiencia y comodidad para el viajero, al tiempo que se reduce progresivamente la huella de carbono. El compromiso para conseguirlo es total. Buen ejemplo de ello es la llamada Declaración de Toulouse, firmada a comienzos del mes de febrero en la ciudad francesa por los 27 países de la Unión Europea junto a otras 14 naciones y 146 empresas privadas. Su conclusión arranca el pacto por parte de todos los firmantes de que, en 2050, las emisiones netas del sector sean cero. El trabajo para conseguirlo hace ya tiempo que ha comenzado.
¿Cuál es la procedendia de los biocombustibles?
En función de la materia prima base empleada en la producción de cada una de las cuatro generaciones actuales de biocombustibles y de los procesos que se han utilizado para obtenerlos se clasifican en:
Los biocombustibles, básicos para conseguirlo
El uso de combustibles sostenibles para la aviación (SAF, en inglés) se presenta como la opción más ágil para alcanzar ese objetivo. Entre ellos, la alternativa más avanzada e inmediata son los llamados biojet, que se obtienen a partir de residuos o biomasas. En función del tipo de materia prima utilizada para generarlos, encontramos los biocombustibles de primera generación, a partir de aceites vegetales y con una reducción de emisiones de CO2 superior al 60%, y los biocombustibles, que parten de residuos de los cultivos, de las industrias agroalimentarias y de la parte orgánica de los recursos urbanos, con una mayor eficacia en la reducción.
“La alta densidad energética de los biocombustibles”, explica Clara Rey, directora de Tecnología y Customer Centric y Química de Repsol, “los hace especialmente adecuados para aquellos segmentos de la movilidad que requieren una gran carga de combustible o tienen que recorrer largas distancias, como es el caso de la aviación”.
De este modo, los desechos de diferentes industrias, convenientemente tratados en plantas dedicadas a ello, acaban convertidos en combustibles sostenibles. Pero no solo hablamos de su valor medioambiental, sino que poseen la misma eficacia y propiedades para el transporte aéreo que los combustibles tradicionales.
Compromiso con la descarbonización
El pasado mes de marzo despegó del aeropuerto de Blagnac, en Toulouse, un A380 que voló durante tres horas con un motor Roll Royce que operaba con un combustible 100% sostenible.
Las empresas más importantes del sector llevan tiempo manos a la obra para extender su uso. Airbus, el principal fabricante de aeronaves del mundo, ya ha dado los primeros pasos. El pasado mes de marzo despegó del aeropuerto de Blagnac, en Toulouse, un A380 que voló durante tres horas con un motor Roll Royce que operaba con un combustible 100% sostenible, compuesto principalmente de aceite de cocina usado y grasas de desecho. Este hito supone un avance especialmente significativo, ya que hasta ahora los Airbus solo podían volar con una mezcla de combustible SAF del 50%. El objetivo de alcanzar el 100% a finales de esta década parece mucho más cercano.
"Para ser sostenibles debemos trabajar de forma conjunta los reguladores, aerolíneas, productores de energía y proveedores", observa Jorge Caro Terrón, coordinador nacional en España de Airbus. "La transición a fuentes de energía sostenibles requiere asociaciones interindustriales", explica. "En la actualidad hay más de 10.000 aviones comerciales de Airbus en servicio que están certificados para volar con combustible SAF y combustibles sintéticos".
Los avances alcanzados en los últimos años son muy significativos. "Airbus ya se ha embarcado en el viaje hacia la descarbonización de su cartera de productos", resalta. "La continua mejora de la eficiencia de los aviones, el aumento del uso de combustibles de aviación sostenibles y la ambición de lograr aviones con cero emisiones para 2035 serán fundamentales para lograr el objetivo", advierte Caro Terrón.
También España avanza decididamente en las soluciones sostenibles para la aviación. El mejor ejemplo de ello es el compromiso por la sostenibilidad en el sector aéreo firmado por Iberia y Repsol a mediados del pasado año y que ha ya generado acciones en común.
La prueba de fuego se ha vivido a comienzos de este mes de junio. El vuelo inaugural de la ruta Madrid-Washington de la aerolínea fue operado con combustible producido a partir de residuos en la refinería de Petronor en Bilbao. Y la cosa no queda aquí. Iberia ha usado el mismo combustible sostenible en el vuelo Madrid-Dallas y en la reapertura de la ruta Madrid San Francisco.
“Repsol ha producido ya tres lotes de biojet en sus refinerías de Puertollano, Tarragona y Bilbao, utilizando materia prima residual y procesos de economía circular”, señala Clara Rey. Y los resultados conseguidos son prometedores: “Estos productos han evitado las emisiones de 1.300 toneladas de CO2 a la atmósfera”, comenta.
"Repsol ha producido ya tres lotes de biojet en sus refinerías de Puertollano, Tarragona y Bilbao, utilizando materia prima residual y procesos de economía circular”
La apuesta no se detiene aquí. En 2023, Repsol pondrá en marcha en Cartagena una unidad de producción de biocombustibles, que utilizará como materia prima aceite residual de fritura. Tendrá una capacidad de 250.000 toneladas al año. “En el biojet que se fabricará en la nueva planta de Cartagena, los residuos se hidrogenan, de forma que desaparece todo el oxígeno”, explica Javier Aríztegui, porfolio manager del Repsol Technology Lab. “El resultado es un producto con una composición química idéntica al queroseno convencional, pero que deja una huella de carbono infinitamente más baja”, indica.
De los bio-jet a los e-jet
La tecnología va de la mano de la descarbonización. En paralelo a los biojet se está avanzando en la producción de e-jet o combustibles sintéticos. En este caso, se producen a partir del CO2 que se puede capturar de la atmósfera y del hidrógeno que se genera a partir de electricidad de origen renovable.
A finales del pasado año, en Alemania se presentó la primera planta comercial de queroseno sintético de cuyas instalaciones se encarga Atmosfair, una organización sin ánimo de lucro. Su tecnología permitirá que, a partir de la mezcla de electricidad y agua proveniente de parques eólicos próximos, se obtenga hidrógeno. Esta incipiente planta pionera ya tiene su primer cliente: la aerolínea alemana Lufthansa.
En paralelo a los biojet se está avanzando en la producción de e-jet o combustibles sintéticos.
Mientras, el proyecto más ambicioso respecto a los combustibles sintéticos en España acaba de dar su pistoletazo de salida a finales de mayo con la presentación del Hub de Descarbonización en el puerto de Bilbao. Esta iniciativa pionera de Repsol con Petronor contará ya en su primera fase con una planta para producir combustibles sintéticos. El propósito es que esté operativa en el año 2024. Se estima que, en una etapa inicial, se puedan obtener 18.000 barriles de combustible sintético al año. Esta cifra serviría para cubrir las necesidades de la ruta aérea entre Madrid y Bilbao durante todo un año.
“Los combustibles sintéticos serán un complemento ideal para los biocombustibles cuando estos alcancen su límite de producción por la falta de residuos como materia prima”, observa Javier Aríztegui. Los avances conjuntos en el uso de biojet y e-jet prometen acercar al sector aeronáutico a la meta de la descarbonización.
La tecnología y el trabajo incansable de instituciones públicas y privadas hace que cada vez estemos más cerca de conseguir que la experiencia de volar carezca de impacto en el medio ambiente. Como indica Jorge Caro Terrón, la colaboración es esencial para alcanzar el objetivo: "Tenemos una gran responsabilidad como sector y como miembros de la sociedad para crear un futuro más sostenible para todos, y eso solo podremos lograrlo trabajando juntos".
Publicado en La Vanguardia